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No juegues


CAPITULO 1
Estaba en mi consulta, esperando al idiota de Santi porque hoy, como todos los años comenzaban sus prácticas los jóvenes y entusiastas intentos de médicos. Suspire. Todavía no podía creerme que Fred, el jefe de mi departamento nos eligiera a Santi y a mí como supervisores de las prácticas de cinco estúpidos internos. Me enorgullecía que confiara en mí para guiar a esos muchachos pero, esa tarea restaría horas para mi investigación y para desarrollarme yo como médico. Llevaba relativamente poco en la vida de la medicina, exactamente 6 años y por tanto me quedaba mucho por hacer.
- Lo siento – comento rápido mi compañero, mientras intentaba regular su respiración fatigada. Lo mire con desdén.
- Pensé que  me dejarías solo, con esa panda – solté mientras metía mis manos en los bolsillos de mi bata blanca
- Sí, hombre – dijo con algo de sarcasmo – para que te quedes con las mejores internas – lo mire con desprecio. Realmente era eso ya una tradición en este hospital. Las internas venían buscando subir rápido y que mejor manera que acostándote con su jefe de residencia para que de buenos casos y tenga más oportunidad de brillar, sobre los demás. Los internos machos hacían lo mismo buscaban una buena hembra con poder y saltaban sobre su presa con descaro pero quizás eran más listos que ellas por que además de tirarse a medicas veteranas se tiraban a sus propias compañeras de residencia. Santi era todo un vividor y estaba muy contento con la elección de Fred. Santi era el típico rubio de ojos verdes que pasaba por la calle y era mirado con deseo y lujuria. Es una persona alegre y aunque parezca mentira era un gran profesional y por eso me gustaba trabajar con él, aunque me asquea mucho su arrogancia y su faceta  “ligador”.
- Sabes que te las puedes quedar a todas – me di un golpecito suave en la espalda- te las regalo – Conmigo las técnicas víbora para alcanzar la fama estaba cortadas para mis internas. No tenía  intención de acostarme con ninguna y bueno... con ninguno porque nunca se sabía como podían ser los internos.
- Eres un amargado, dale alegría a tu cuerpo – me gire para mirarlo frunciendo el ceño –
- Para eso tengo a mi novia – sonreí sarcásticamente. El tenía una novia pero la pobre tenía más cuernos que una exposición de caza de ciervos, pero no la compadecía ya que ella hacía lo mismo con él. Yo en cambio llevaba saliendo con Leire dos años y nuestra relación iba viento en popa. Somos felices el uno con el otro y ella era todo lo que un hombre podía desear, dulce, atenta y toda una belleza.
- Baj, tonterías – dijo mientras me seguía – vamos a ver como son nuestros muchachos.
Entramos en la sala y allí estaban nuestros cinco internos tres chicas y dos chicos, sus miradas eran nerviosas y nos miraban con mucha autoridad cosa que ha decir verdad me gusto, aunque cierta chica tenía otro típico de expresión que en cierta manera me molestaba. Fred nos saludo en cuanto entramos y le dio a Santi la lista con los nombres y datos de los chicos y se retiro rápidamente.
- Veamos… - emprendió mi amigo con seguridad – Ana Olivar – la muchacha mas bajita levanto la mano con algo de timidez. Era una chica bastante normal, bien proporcionada, rubia con ojos color miel y con un aspecto algo infantil. – Marcos Sotel – el chico castaño levanto su mano. En cuanto lo mire sabía que iba a ser el terror de las nenas este año, ya que era un hombre atractivo y con un gran porte. Mi amigo continuo – Lidia Vázquez – la chica con el pelo negro azabache asintió. Era más alta que la anterior  y con un aspecto mucho más maduro, aunque  apostaría que ambas tenían la misma edad. – José Campos – levanto la mano el otro muchacho, el cual tenía un aspecto mucho menos llamativo que su compañero ya que era algo más bajo y con un rosto aniñado – y por último, Nazaret Diquens– era la chica en la que me fije nada más entrar. Era castaña, con el pelo largo, más o menos a mitad de la espalda. Sus ojos eran grandes y bastante poblados en lo que se refiere a las pestañas dándole un aspecto algo encantador. Realmente su apariencia, la cual era sencilla pero bastante atrayente, no fue lo que hizo que me fijara en ella, si no su expresión.  Sonreía encantadoramente, haciéndole tomar una apariencia frágil y amable. Su sonrisa de felicidad por un motivo del cual desconozco me molestaba. No debería estar tan feliz, pensé, debería estar nerviosa y asustada como sus compañeros. Tendría que tener miedo de no matar a nadie durante sus primeras 48 horas en el hospital. Pero no ella estaba allí enseñando sus blancos dientes con una tranquilidad y serenidad increíbles. – bueno, elige  - me miro mi compañero sacándome de mis pensamientos
- Pues me quedo con los dos muchachos – cosa que alegro a mi amigo –
- Genial – vamos chicas. Las chicas fueron con él, para comenzar la ronda.
Normalmente nuestro hospital era tranquilo, aunque de vez en cuando teníamos casos bastante complicados. Nuestro hospital era el central con lo cual los casos de mas urgencia venían al nuestro… quizás no fuera un hospital tranquilo pero ya me había acostumbrado a él.
Me sorprendió lo atento y trabajadores que eran los chicos. Don atractivo, ósea Marcos, era bastante campechano y se movía con soltura, aunque tuvo ciertos problemillas poniendo una vía a una anciana. José, al que había bautizado como el niño, aunque se mostraba inseguro al hacer las cosas las acababa haciendo bastante bien.
Después de estar toda la mañana de ronda visitando en su gran mayoría a ancianos me dirigí  al despacho de Santi por que este me mando una busca. Deje que mis internos se fueran a desayunar y  a comentar sus hazañas a sus compañeras, hazañas que agrandarían hasta el infinito haciendo que el saludo inicial al paciente fuera una operación a corazón abierto.
- ¿qué tal te ha ido con tus nenas? – le pregunte mientras cerraba la puerta del consultorio.
- No puedo quejarme, vienen bien preparadas – dijo serio
- No te han hecho caso – reí – han pasado de tus dotes de seductor – mi amigo me miro con mala cara.
- No, todas – comento mofándose
- Pero si la que querías que cayera primero – le dije mientras me sentaba
- Si, es una muchacha bastante… no sé cómo decirlo ¿arrogante? Quizás...
- Pues ninguna a simple vista demostraba eso – dije pensando a quien de las tres chicas se refería. ¿a la niña rubia, a la mujer morena o a la feliz castaña?
- Te la cedo – lo mire sorprendido
- ¿qué narices te ha hecho para que quieras dármela?
- Cortarme el rollo, con ella no puedo seducir a las otras – dijo divertido
- Bueno... haz lo que quieras...- desvie la mirada.
- Genial, toma su expediente -  me cedió una carpeta con papeles y lo primero que hice fue ver el nombre
- Nazaret – susurre
- Si, con esa chica Leire podrá estar tranquila porque aunque le tires los tejos pasara de ti – dijo burlón
- No me compares contigo – dije levantándome – soy mejor, en muchos aspectos – le provoque
- Ja, ja no te lo crees ni tu – Salí de la habitación y mande un busca a mis internos y a mi nueva interna.
Los espere en la recepción, cogiendo historiales para organizar nuestra nueva ronda.
- ¿por qué esta ella aquí? – pregunto Marcos al ver a la ahora más pequeña. Al estar rodeada por nosotros tres parecía mucho más pequeña cuando realmente no lo era. Aseguraría que mediría entorno unos 1,65 – 1,68.
- El Doctor Bermúdez se ha aburrido de ella – me miro con sus ojos chocolates y sonrió. Desvié la mirada hacia los chicos – vamos, tenemos muchas cosas que hacer – dije mientras comenzaba a dirigirme a la primera paciente de la segunda ronda del día.
Todos se mantenían en silencio, mientras entrabamos en la siguiente paciente, la tercera para ser exactos. El paciente se trataba de un joven con un diagnostico de esquizofrenia aun siendo tan joven. Tenía bastantes ideas delirantes y alucinaciones de todo tipo. Estaba aquí por que tenía que ser sometido a una operación de hígado. Le pregunte a José que me dijera las causas y consecuencias de la operación que se le iba a realizar al paciente y el muchacho comenzó a soltar su cuento de manera rápida pero clara. Yo me distraje un momento mirando el historial del enferme cuando escuche la voz de la única chica de la habitación.
- ¡eh! – cogió la mano del enfermo. Yo rápidamente pose mis ojos para ver qué pasaba – eres un buen chico, no deberías hacer eso – dijo con un tono muy dulce y le sonreía amigablemente sin soltar la mano del paciente – suéltalo – el chico la miraba y la obedeció sin quitarle de encima la mirada
- Las voces me lo decían – dijo lentamente sin dejar de mirar cada movimiento de la castaña.
- Hazme caso a mi – volvió a sonreír – no vuelvas a hacerlo – regaño pero por su tono no parecía una reprimenda. Ella paso la mano que había utilizado para parar al paciente detrás para así poder taparla. Pretendía ocultarla. Yo di un paso a atrás quería saber qué narices le había quitado al paciente, cuando vi que de su mano goteaba sangre. La mire a la cara pero ella seguía con la misma expresión
- Doctora Diquens, salga por favor – ella me miro y obedeció sin rechistar – quedaros vosotros dos aquí – mire al padre del muchacho, un hombre mayor que nos miraba algo perdido – ahora mismo vuelvo y le explico lo sucedido – dije en un tono algo menos amenazante que el que había utilizado anteriormente.
Salí de la habitación. La mire con enfado y le hice ademan de que me siguiera y eso hizo porque la vi de reojo seguirme. Entre en el cuarto de enseres, allí teníamos vendas, jeringas, vías… y todas clase de material sanitario.
- Siéntate hay – le gruñí
Nazaret POV
- Siéntate hay – me gruño como si de la peor escoria me tratase. Yo simplemente lo obedecí – abre la mano – la abrí y miro la herida que había producido el cúter que le acababa de quitar al muchacho – un cúter – dijo sin cambiar su áspero tono – eres idiota – levante la mirada para encontrarme con sus ojos grises que me miraban furiosos.
- Pensaba cortarse… - replique
- Pues se le hubiera curado de la misma manera que se le está curando a usted señorita – dijo en un tono muy despectivo. Me estaba pasando un algodón con agua oxigenada para desinfectar la herida. Retire la mano bruscamente lo que provoco que su cara de enojo aumentara.
- ¿qué te crees…?
- Eres muy brusco – le corte tajante – me las apaño yo sola – me miro y volvió a cogerme la mano.
- Estate quietecita – dijo mientras termino de sanear mi herida, ahora con algo más de delicadeza. Comenzó a vendarla con mucha maña - ¿por qué el Doctor Bermúdez te ha mandado a mi grupo? – mire como ponía la venda –
- Supongo que porque no soy de su estilo – levanto la mirada con una ceja levantada pero sin cambiar la expresión de enfado – de su estilo trabajando – remarque. Sabía los rumores que había a cerca de los internos pero yo realmente pasaba de ese tipo de cosas, no iban conmigo. Además el Doctor Bermúdez era el típico medicucho rubio que debido a su trabajo y a su apariencia atraía a todas las mujeres … asqueroso, repugnante
- Tampoco eres de mi estilo de trabajo – término de vendar la herida. El Doctor Ruiz era también bastante atractivo físicamente pero un borde, desagradable y un amargado de la vida, claro a mi parecer. Su figura era esbelta y bastante bien marcada. Su pelo azabache marcaba intensamente el extraño color de sus ojos – no puedes dañarte por un paciente – lo mire con un poco de desaprobación - ¿qué hubiera pasado, si en vez de hacerle caso a tu lindita voz y a tu estúpida sonrisa te hubiera clavado el cúter? – lo mire callada – tienes que  velar por el bien de tus pacientes, sin sacrificar el tuyo, porque ahora si tenemos que intubar a alguien – se levanto y se dirigió hacia la puerta – tu no podrás y podríamos perder una vida inocente – salió. Suspire y me dispuse a ir detrás de él.








CAPITULO 2
Preocuparte por los demás es bueno pero a veces algunas personas ayudan a otras por el simple hecho de sentirse mejor ellas mismas… quizás eso es lo que me pasa a mi…
El doctor Ruiz hablo con el familiar del chico esquizofrénico. Seguimos con la ronda y a decir verdad note que me trataba de manera diferente que a mis otros dos compañeros  y no es que me tratara mejor, sino todo lo contrario, cuando me preguntaba algo me miraba con desprecio y desde cosa a la que yo contrarrestaba sonriéndole.
- Podéis descansar – dijo mientras se metía en la sala de descanso. Mire por la ventana y vi que allí estaban las chicas.
- ¿cómo os va? – dije animadamente mientras me sentaba en el sofá con ellas.
- Genial y ¿a ti? – por pura inercia mire al Doctor Ruiz que estaba sentado en otro sofá pendiente al televisor-
- Muy bien – sonreí y seguidamente mire mi móvil. No había ninguna llama, baje la mira algo decaída.
- ¿tienes piso? – me pregunto Ana con su dulce voz. La mire y retome mi buen humor.
- Pues no, estoy en un hotel hasta que encuentre algo.
- Genial – soltó Lidia como si fuera la mejor cosa del mundo - ¿vivirías con nosotras? – sonreí ante la invitación. Me  agradaba mucho la idea de vivir con ellas, las conocía de hacia relativamente poco pero mejor vivir con ella que con otras personas.
Damián (Doctor Ruiz) POV
Gracias a dios había acabado el día y podía irme a casa. Estaba bastante cansado, los internos cansaban más de lo que pensaba, sobretodo doña felicidad, la cual se implicaba demasiado con los pacientes. Comencé a salir por el pasillo que daba a la puerta, pero por primera vez en el día vi a la chica castaña con otra expresión totalmente contraria a la habitual. Miraba su teléfono con preocupación y tristeza. Suspiro y al notarse observada me miro.
- ¿algún problema, Doctor Ruiz? – volvió a sonreír
- No, ninguno – continúe mi camino y me fui a mi casa.
Mi turno empezaba a las dos del al mediodía, así que decidí ir a correr por el parque que había a unas manzanas de mi casa, ya que Leire se había ido a trabajar. Estuve corriendo durante una media hora cuando me  encontré  mi compañero Santi.
- Damián – saludo desde lejos para que lo viera. Nos sentamos en uno de los banco de madera del parque.
- ¿cómo te va con la chica que te he mandado? – sonrió con malicia
- Bueno... es rara
- Eso mismo pensé yo – dijo mientras se acomodaba en el banco – rechazarme a mí, hay que ser rara – lo mire divertido
- Entonces te rechazo – reí
- Si, y tenias que haber visto como lo hizo - miro al cielo y siguió con la mirada a un pájaro -  ayer cuando ya me iba a casa, la vi algo deprimida mirando su teléfono – algo le pasaba por que yo también la vi de la misma manera mirando el aparato, como si esperase de el algo que no iba a suceder- le pregunte que si quería venirse a tomar una copa conmigo y con una de sus sonrisas de porcelana me dijo que no esperara de ella ninguna cosa a parte de su trabajo en el hospital.
- ¿de verdad?
- Si, tal y como te lo digo - gesticulaba con sus manos mientras me contaba su hazaña mal acabada – insistí un poco mas – me miro – tu sabes coqueteando un poco con ella y me dijo que era lesbiana – lo mire con sorpresa y me reí – creo que lo dijo para que la dejara de molestar, porque se fue riendo
- Una buena estrategia –  alague a la muchacha
- Sabes ella es una siesa como tu – lo mire con algo de reproche.
Cuando me quise dar cuenta ya estaba cogiendo mi coche para volver al edificio donde había más enfermos  que  pájaros volando por el cielo. Me fui directamente a mi despacho a esperar que aparecieran mis internos. Comencé a revolver un manojo de papeles con el fin de encontrar un papel que necesitaba pero tuve que levantar la vista de mi tarea para como mínimo saludar a la chica que acababa de entrar
- Buenas tardes – sonrió y cerró la puerta
- Buenas tardes – le conteste de la misma manera y volví a mi tarea de encontrar el papel perdido.
- ¿por que eras mas borde de lo normal conmigo? – la chica no se andaba con rodeos. La mire y levante las cejas –
- Te trato igual que ha tus compañeros
- Pues yo realmente no lo siento así, ¿ es porque he sido borde con tu amigo?
- ¿con el Doctor Bermúdez?  No, no  me parece bien que alguien lo rechace y le baje ese ego suyo
- ¿entonces? – insistió mientras se sentaba en una silla
- No, se quizás sea por tu actitud – me miro extrañada
- ¿por qué no soy un trozo de carne sin expresividad? – recrimino
- Hablas a si a tu superior – cayó en la cuenta de lo que acababa de hacer
- Perdona – dijo mientras desviaba la mirada – simplemente quería dejarte claro que quiero aprender todo lo que pueda y sobretodo hacerlo dignamente no pienso acostarme con nadie para que me favorezcan – dijo con seguridad, yo la mire algo incrédulo.
- Tranquila, no pensaba acostarme contigo y mucho menos favorecerte – ella sonrió y asintió
- Solo tráteme como a una mas – la mire realmente cada vez que sonreía brillaba como un ángel cosa que me molestaba mas. Sonó su teléfono, cosa que la sobresalto y lo cogió al vuelo - ¿sí? – dijo con rapidez y conforme el interlocutor le hablaba su expresión se decaía hasta que sin contestarle colgó dejando seguramente a la persona que estaba detrás de la línea bastante cabreada. Preferí no preguntar pero tampoco tuve la oportunidad por que llegaron los dos internos restante para formar el grupo.
Hicimos nuestras rondas y intente permitir algo más la colaboración de Nazaret. Los días eran monótonos y pasaban rápido. Yo andaba todo el día ocupado, si no era por una cosa lo era por otra. Me pasaba media parte de mi vida trabajando en el hospital, y aunque era bastante extraño me había acostumbrado bastante a trabajar con los internos. Yo los presionaba y ellos mostraban grandes resultados, aunque sabía que me odiaban, seguro que entendían que era por el bien de su aprendizaje. Hoy los internos tenían una reunión de juntas en el departamento así que yo aproveche para poner al día mis investigaciones sobre las células madre. Estaba entretenido con las pipetas y otros utensilios del laboratorio, cuando recordé lo que había en estos últimos días. Marcos tenía problemas al intubar a los pacientes así que le hice hacer prácticas con los maniquís durante todo un día. El pobre venia como un perrito buscando su comida pero yo de mala manera lo volvía a mandar a practicar. Justamente ese día se dio un caso de una mujer en paro cardiaco y Marcos la intubo de una manera espectacular. Por su parte José no tenía mucha don de gente, simplemente se dedicaba a buscar el problema, solucionarlo y huir del lugar. Sabía que no había que empalizar mucho con los pacientes, cosa que si le sucedía a Nazaret, pero tampoco se podía ir de zombi por la vida. Así que lo tuve durante una semana en urgencias, donde tuvo que lidiar con personas de todo tipo. Una de las veces que fui a ver cómo iba, andaba intentando entenderse con un asiático. Realmente me enorgullecía que hicieran bien su trabajo. Por último Nazaret, ella sí que hizo un gran trabajo aunque desee que fallara para que aprendiera a saber llevar ciertas cosas. Fue hacia más de cinco días. Hubo un accidente donde colisionaron tres turismos. Como es normal mandaron a una ambulancia y decidí que viniera conmigo Nazaret. Ella tenía que encargarse de suturar rápidamente y vendar las heridas de los menos afectados mientras nosotros atendíamos a los que estaban más graves. Pensé que con ese escenario, en el que había tres muertos, padres atendidos por los psicólogos debido a la muerte de sus hijos…se paralizaría o se negaría a ayudar pero con una fuerza impresionante realizo su trabajo. A diferencia de en los turnos, su expresión era más seria y concentrada. Después de acabar, por la noche me pare con ella a hablar. Recordaba la conversación perfectamente.
- Has hecho un gran trabajo – alague, ya que realmente estaba impresionado. Ella me miro.
- A mí no me ha gustado – dijo con una voz apagada
- Ser medico implica atender muchas aéreas – ella asintió
- Pero eso no conlleva a que todas ellas tengan que gustarte – afirmo mirándome a la cara.
- Si, en eso tienes razón, yo odio tener que hacer un recto – ella sonrió ante mi pequeña broma -
- He tenido cierto miedo – la mire detenidamente parecía una muñeca de porcelana capaz de romperse con un leve contacto. Pero eso solo era de apariencia porque ella era mucho más resistente que algunos de sus compañeros de residencia. Además era bastante terca, porque ya había tenido alguna que otra discusión con ella y me lo había demostrado. Una de las cosas que más me molesto fue cuando se corto con el cúter del esquizofrénico. Nazaret es una chica de armas tomar – tuve tanto miedo como cuando se murió mi primera paciente – bajo la mirada
- Eso es normal, yo también lo tuve en su época – rio
- Pareces un viejo hablando y tendrás solo unos cinco años más que yo – dijo divertida
- Cinco años es mucho – la mire con algo de superioridad
- Bueno... tienes algunas arrugas de mas – fruncí el ceño – gracias me has animado – me sonrió tan sinceramente que tarde en reaccionar.
- No tienes que dármelas – le conteste serio – me voy – ella asintió con la cabeza y me fui para mi casa.
Continúe con mi investigación, cuando el sonido sordo de la puerta hizo que me temblara el pulso. Levante la mirada con enfado hacia el ruidoso personaje que hacia delante de mí.
- Tu no entiendes que aquí debes entrar con mas delicadeza – el muchacho me miro algo asustado –
- Perdona, Doctor Ruiz, pero es que Fred me ha dado esto y me ha dicho que te lo de – Marcos me dio unos papeles. Ha Fred, le gustaba que le llamaran por su nombre porque decía que le hacía sentir más joven. Para mi gusto le quitaba un poco de autoridad, ya que era el jefe del departamento.
- ¿una conferencia? – dije mirando por encima los papeles –
Reuní a mis internos en el laboratorio en el que me encontraba. Los dos componentes restantes llegaron con rapidez y tuve que reprimirles por lo mismo acto que su compañero.
- Nos convocan para una conferencia y me dan la oportunidad de llevarme a uno de vosotros – a todos se le ilumino la cara – pero como no tengo ningún favoritismo y todos habéis desarrollado bien vuestras obligaciones, he decidido hacer una competición – los tres personajes me miraban con asombro – a si que quien resuelva bien este diagnostico – les di una carpeta a cada uno – vendrá conmigo
- Esto será pan comido – dijo Marcos con arrogancia
- No te creas que es tan fácil – comente seguro de lo que decía – suerte a los tres – me senté en la silla para disponerme a seguir con mi cosas – ahora salir y no deis ningún portazo – comente con mi todo de voz habitual.
Cuando termine me fui a mi casa donde me esperaba mi novia sentada en el sofá viendo la televisión.
- Por fin llegas, no tenias que llegar a las diez – la mire estaba enfadada. Su cabello rubio estaba recogido con una coleta y sus penetrantes ojos azules me miraban fijamente.
- Me he entretenido
- Llevas toda la semana entreteniéndote – gruño. En cierto modo tenía razón, normalmente llegaba algo más tarde porque me paraba a hablar con Santi o Fred… bueno y algunos días con Nazaret
- Sabes que son por cosas de mi trabajo – dije desganado sentándome en el sofá al lado suya – no tengo ninguna amante ni nada por el estilo – dije juguetón. Le cogí la mano. Ella me beso con entusiasmo y bastante pasión cosa a la que yo no estaba muy receptivo – Leire, para – me miro furiosa
- Damián, no sé qué narices te pasa pero llevas casi un mes sin tocarme – dijo enfurecida
- No me pasa nada, solo es que estoy cansado
- Me voy a acostar – se fue de malas maneras a nuestra habitación. Suspire pesadamente.
Todo tiene su fin pero no siempre salen las cosas como uno se espera… quizás si en ese momento me hubiera dado cuenta… no la habría alejado de mi lado…








CAPITULO 3
Nazaret POV
A veces lo importante no es ganar o perder si no el simple hecho de haberse superado a uno mismo…
Llegue más temprano de lo habitual y me senté en la sala de descanso a analizar por enésima vez el caso que nos había dado  el Doctor Ruiz. Comencé a darle vueltas al bolígrafo mientras pensaba que podía ser.
- Todavía no has dado con la solución – lo mire algo alarmada, ¿lo había averiguado?
- Pues no, todavía no, Marcos – dije apenada
- Yo lo  tendré dentro de nada – lo mire confusa – me lo va a hacer un veterano al que e sobornado – lo mire con desprecio
- Pero... eres idiota, eso no es justo – le dije cabreada
- Me da igual, lo importante es ir a la conferencia y será mejor que no se lo digas al Doctor Ruiz, gatita – me cogió de la barbilla acercando su cara a la mía. Le di un manotazo y lo separe de mi –
- Vete a la mierda Marcos – Salí de la sala.
Menudo hipócrita, eso no era justo y además que sacaba haciendo eso. Si iría a la conferencia pero ¿ y qué? Continúe maldiciendo al idiota de Marcos mientras buscaba un sitio tranquilo para poder pensar cuál podría ser el diagnostico… busque entre los libros de la biblioteca del hospital. Me sobresalto el sonido del busca y en cuanto vi el aviso fui al despacho del Doctor tengo mucha alegría. Entre habiendo antes llamado a la puerta y ya estaban allí mis dos compañeros mire con desdén a Marcos.
- ¿así que ya lo tienes Marcos? – gire mi cabeza con brusquedad hacia el aludido. Este sonreía mofándose – me alegro – los ojos grises del doctor se posaron en mi otro compañero y en mi - ¿y vosotros? – José negó con la cabeza
- Yo tengo un diagnostico pero… no estoy muy segura – me miro serio. Me intimidaba un poco con su mirada. Le sonreí.
- Dime – Marcos miro con confusión al Doctor
- Pues… - me detuve un momento y mire a mi compañero para después volver a posar mi mirada en el serio hombre que se encontraba sentado en su escritorio – fibromialgia, es un  diagnostico raro y bueno… - estaba algo insegura - es un síndrome produce dolores generalizados a través de todos los músculos, tendones y ligamentos del cuerpo, afectando especialmente los hombros, piernas, brazos, cadera y hasta los músculos de los ojos. Limita considerablemente la vida de quien la padece, presenta estadios de crisis en forma intermitente que producen un dolor variable e impredecible, pero que puede ser incapacitante. También provoca cansancio y agotamiento sin causa aparente, produce alteraciones del sueño, ansiedad, depresión, dolor de cabeza o de cara, hormigueo en las extremidades, problemas de atención y de memoria, y rigidez muscular matutina. Otros síntomas asociados a esta patología son: vejiga irritada, trastornos digestivos, dolores de pecho, desequilibrio o mareos, manos y pies fríos, mayor sensibilidad a ciertas sustancias, a la luz, al ruido y los olores. – solté dejando a mis compañeros algo sorprendidos. Pero al que yo quería impresionar ni se inmuto.
- Bien, ¿eso es todo? – asentí – es un síndrome al cual no le han encontrado cura y están investigándolo y de eso trata la conferencia – miro a mis compañeros – Nazaret es la que viene a la conferencia
- Pero yo... – replico Marcos
- Tú no has hecho nada, se lo has dado al doctor Gil – dijo bastante enfadado – mala suerte que lo viera en la sala de descanso leyendo el caso , que tu deberías haber preparado – el tono que utilizo llego a asustar a mi compañero. Normalmente tenía muy mal humor pero hoy era peor que nunca.- iros
Salimos todos de su despacho.
- Eres una traidora – dijo con desprecio Marcos
- ¿ yo? Yo no he intentado tirar por el camino fácil – le dije con brusquedad
- Chicos – intento calmarnos José
- Sabes, eres una niñata consentida por el Doctor
- Pero que dices
- Me sacas de quicio – se acerco con rudeza a mi
- Para – lo detuvo la voz enfadada del Doctor Ruiz – Marcos, entra a mi despacho – rece por qué no me llamara a mí porque normalmente el Doctor Ruiz daba miedo pero hoy estaba aterrador.
Entraron en el despacho bajo mi mirada y la de mi compañero.
- No tenía razón – me alivio José. José era el mejor de todos mis compañeros. Era tranquilo y amable y sobre todo trabajador –ha sido un gran diagnostico
- Gracias – le sonreí gentilmente y nos fuimos cada uno a seguir con nuestras tareas.
Después de haber desayunado, teníamos que ir con el Doctor Ruiz para empezar con unas de las rondas de la mañana. Pero cuando me dirigía al despacho de este, vi atreves de una ventana a José rodeado de libros y algo agobiado… más que agobiado parecía decepcionado consigo mismo. Por cierto motivo sentí como si me oprimieran el pecho. Continúe mi camino, mientras sentía cierta pena por mi compañero, ya que estaba segura de que sabia el diagnostico pero por temor a enfrentarse a el Doctor Ruiz no lo había resuelto el. Me detuve enfrente del despacho, me debatía ente entrar o esperar a que el saliera. Después de darle algunas vueltas a mi dilema decidí entrar.
- ¿se puede? – levanto la mirada para mirarme. Seguía con la misma expresión de antes –
- Ya estas dentro – gruño
- Es que... quería comentarte algo – desvié la mirada a un cuadro de un paisaje muy abstracto, para mi gusto horrendo.
- No estoy de humor, así que si es algo malo mejor vete –
- No quiero ir a  la conferencia – lo mire. Su expresión paso desde la sorpresa hasta un enfado mucho más profundo. – quiero que vaya José en mi lugar
- Has resuelto el caso, vienes tu – volvió a bajar la vista
- No – dije algo terca y caprichosa
- Pues vendrá Marcos – replico sin mirarme
- Pero... José también lo había resuelto, solo que no quiso... –
- ¿decírmelo?  Pues ese es su problema – ahora su mirada gris se poso sobre mi –
- Es que hoy estas insoportable y se le quitan las ganas a uno de decirte algo – aunque pareciera imposible su ceño se frunció mas
- Pues tú no te callas – soltó entre dientes. Volví mi cara con desdén – si no vienes tu vendrá Marcos a sí que tú decides – me miro intensamente - Vendrás ¿verdad? – asentí desganada.
No pensaba dejar que Doctor Ruiz se saliera con la suya, José iría si o si, debía pensar en algo, tenía una semana... una semana...
- Nazaret – me grito sacándome bruscamente de mis pensamientos. Lo mire algo asustada.- ¿ estás ya aquí? – dijo con sarcasmo.
- Lo siento, estaba distraída – continúe dando los datos del paciente que estábamos atendiendo.
- Marcos, te harás cargo de este paciente – el aludido asintió. Ambos salimos porque ya solo quedamos en el Doctor Ruiz y yo, por que ha José lo había dejado con otro paciente. Mire la pantalla de mi móvil, esperando una llamada pero nada… suspire – Estas en otro lugar – afirmo
- Ehh... – lo mire – no, no – le sonreí
- He hablado con el jefe de departamento y  va a convocar a José para que vaya a una operación realizada por el Doctor Graba, el reconocido neurólogo – lo mire algo sorprendida – ¿con eso estas más contenta?
- Es genial – dije eufórica. Por su parte el suavizo bastante su expresión tornándose a una algo divertida – así no tendré que engañaros – comente esto último más bajo y en tono de mofa.
- ¿engañar? – dijo levantando una de sus cejas, mientras que su mirada no perdía ni un segundo la atención de mi rostro.
- Veras, pensaba decirle a José que te llevara una cosa al aeropuerto y como yo no iba a aparecer te lo llevarías a él – me miro incrédulo
- Eres odiosa – dijo desviando la mira –
- ¿por qué?
- Esto es una competición, tienes que intentar beneficiarte de todo y derribar a todos los que puedas a tu paso – lo mire con atención – tienes que brillar si pretendes obtener un buen puesto en algún hospital
- Pero no veo justo atropellar a un compañero
- Nadie dijo que fuera justo – volvió a mirarme – pero es admirable tu acción – le sonreí
- ¿estás mejor? – le pregunte mientras esquivaba un carro de artilugios sanitarios
- ¿por qué preguntas eso? – dijo mientras miraba el siguiente historial
- Estabas muy mosqueado esta mañana – asegure mirándole a la cara
- Bueno, no todo en mi mundo es color de rosas, como en el tuyo – mi expresión decayó un poco, pero recupere la sonrisa en cuanto su mirada se torno a extrañada
- Bueno.. vamos a entrar – dije con rapidez.
Eran las 12 de la mañana y nuestro avión salía a las 12:15. Era un aeropuerto muy transitado y podías ver desde coreanos blancos como la leche, hasta africanos tan negros como el carbón. Yo simplemente me entretenía mirando a la gente que pasaba. El Doctor Ruiz miraba el reloj con impaciencia. Yo le miraba de vez en cuando divertida. Era una persona demasiado perfecta, no le gustaba comentar ningún error y aunque aparentaba ser un ser frio y sin sentimientos, era bueno. Por lo menos eso me había demostrado con el problema de José. Además aunque su amigo, el Doctor Bermúdez era el ligón que entra a la acción, el Doctor Ruiz era bastante admirado en el hospital por todas las médicas y enfermeras. Pero  nadie le entraba por miedo. Me acorde de la enfermera que el otro día me elogiaba por haber conseguido estar en el grupo de trabajo de él. Como si eso fuera afortunada por ello. Realmente me sentía afortunada, me encontraba relajada en su grupo, aunque muchas veces se enfadara y tuviera un humor de perros. Por fin nos montamos en el avión y el camino fue súper corto para mi desgracia.
- ¿cómo que solo una habitación? – dijo desesperado mi acompañante, cosa que por una vez estaba de acuerdo con él.
Pensando que era otro hombre el que le acompañaba nos dieron una habitación con dos camas, cosa de la que debíamos estar satisfechos porque peor hubiera sido tener que haber compartido cama con él.
- Menudo hotel de cinco estrellas – dijo asqueado
- Bueno... se mas optimista – intente cambiarle el humor – tenemos todo un dia para ver la ciudad... ¿deberíamos...?
- Ve tu, yo me quedo – lo mire con reproche
- Doctor Ruiz eres muy soso – pareció herirle un poco mi afirmación – solo es dar un paseo, ya tendrá tiempo de estar escondido en su casa cuando lleguemos – sonreí
- ¿te he dicho alguna vez que eres odiosa? – dijo mirándome a la cara
- Algunas veces – reí.
Aunque con tu apariencia quieras engañar al mundo, siempre habrá una persona que se dé cuenta de tu verdadero fondo ….


























CAPITULO 4
Damián POV
No hay peor sentimiento que la pérdida de un amor… y más si todo ha sido culpa tuya…
Finalmente consiguió convencerme de que fuera con ella a conocer la cuidad. “estar escondido en tu casa” recordé sus palabras y desee que eso no sucediera. Leire estaba que echaba chispas en los últimos días y no había quien la aguantara. Pero prefería no pensar en ella, aunque realmente no tenía mucha ocasión.
- Es precioso – miraba por un mirador el resto de la ciudad - ¿ a que ahora no se arrepiente de haber venido? – sonrió con esa alegría que siempre irradiaba
- Bueno… - dije desganado – no está mal
Llevábamos toda la tarde paseando por la cuidad y aunque pensé que me aburriría se podría decir todo lo contrario. Verla correr de un lado a otro intentando verlo todo era súper entretenido, incluso llegaba a endulzar un poco mi actitud.
- Me encanta – otro de los adjetivos que llevaba toda la tarde pronunciando. Se puso una pulsera que había en el puesto – es bonita – realmente le quedaba bien esa pulsera de plata con bolas azules le favorecía al tono de su pie - ¿cuánto es?
- 18 euros, son piedras naturales – ella la miro y yo impulsivamente actué
- Tome – le di un billete de veinte euros. El me devolvió el cambio
- Muchas gracias joven – dijo el anciano vendedor
- Venga vamos – apresure a mi compañera la cual no salía de su asombro
- ¿por qué? ¿por qué  me la has comprado? – dijo algo nerviosa
- No te decidías – dije burlón – de nada – remarque cada palabra
- Muchas gracias, Doctor Ruiz – sonrió algo sonrojada y miro su pulsera –
Nazaret POV
No me podía creer lo que había hecho. Me había regalado una pulsera, la volví a mirar de reojo y creo que llegue a sonrojarme. Nos sentamos en un banco de la plaza mayor del lugar. Era un sitio tan transitado como el aeropuerto de esta mañana solo que la gente era algo mas monótona. Se divisaban volando numerosas palomas blancas y yo temía que hicieran alguna gracia. Estaba algo cansada pero me lo había pasado genial, pero esa genialidad se transformo en una sensación difusa al oír el sonido de mi teléfono. Lo cogí y mire la pantalla para ver un nombre que detectaba “ llamada entrante de Mike “ . Colgó.
- Nunca coges el teléfono – afirmo y yo lo mire
- Era un número desconocido – sonreí
- Sí, claro – se mofo – seria tu novio – dijo en un tono divertido aunque a mí no me hizo mucha gracia.
- No tengo, señor jefe – dije algo repelente. Me miro con detenimiento.
- Normal, eres odiosa – dijo acercándose a mi con mofa
- Viniendo por parte de ti es un cumplido, señor alegría – se rio burlonamente
- Estar cruzando los limites con tu jefe señorita, después no te quejes de las consecuencias – le hice una mueca con la cara y él me miro divertido.
La noche fue bien, aunque reconozco que me costó mucho dormirme. El simple hecho de que estuviera durmiendo a mi lado, aunque en una cama aparte me ponía muy nerviosa, por un motivo que desconocía. Al día siguiente fue la conferencia y por la tarde volvíamos a nuestro hospital. La conferencia fue bastante interesante y todos se veían entregados a su profesión, entre ellos mi profesor, el cual permanecía serio atento de los comentarios de sus compañeros de oficio. Su melena azabache algo despeinada y su mirada seria hacia que por largos periodos de tiempo perdieran el contacto con la vida real. Vuelve – me dije a mi misma. ¿Qué era lo que me pasaba? Era mi jefe lo apreciaba pero…
- Ha estado bastante bien – dijo serio mientras salía. Yo asentí con una sonrisa
- No sabía que supieras tanto del tema – alegue
- Hay que estar al día en todo – puso su mano en mi cabeza – vamos a hacer las maletas y volvamos a casa – asentí.
Volvimos a casa en el vuelo mas  próximo, yo me quede dormida en el viaje, debido a mi poco descanso la noche anterior. Una vez ya en la puerta de mi casa cogí mis llaves llenas de llaveros y con dos únicas llaves, la de mi casa y la del garaje, algo ridículo, lo sé pero me encantaban los llaveros monos.
- Naza – dijo alegre Ana mientras me abrazaba. Era bastante menudita y muy, pero que muy cariñosa – te he echado de menos – sonrió
- Pero si ha sido un día y medio –
- Ya, pero… a Lidia se le quemo la comida… y… llevamos un día sin comer – dijo entre llantos. Mire a Lidia la cual miraba a la pequeña con mofa
- Si aprendieras a cocinar, pequeña – dijo entre amable  y poco amable – no tendríamos que depender de la cocina de Naza –Ella era la más madura y nos ayudaba en todo lo que necesitábamos, excepto de en temas que implicaran cocinar, de eso me encargaba yo. Creo que cada una aportaba su granito en nuestra especie de familia.
- Bien – me remangue las mangas – voy a cocinar – escuche los gritos de alegría de Ana y las risas de Lidia. Me encantaba mi nuevo hogar, estaba muy feliz y realmente no quería que esto terminara nunca…
Me senté en el sofá, ya eran las siete de la tarde y Ana y Lidia habían entrado a trabajar en el hospital. Estaba sola, tenía toda la casa para mi, cosa que realmente no me agradaba mucho prefería escuchar sus voces y peleas tontas y reírme con ellas a estar sola viendo un programa de televisión del cual perdía el interés con rapidez. Llamaron al timbre y abrí la puerta en cuando me levante y llegue a ella.
- Nazaret – me quede pálida al ver al robusto hombre que se encontraba delante mía –
- ¿que… que haces aquí? – dije con voz temblorosa
- ¿cómo que, qué hago aquí? – me contesto enfadado. dio un porrazo a la puerta que me estremeció - ¿cómo te atreves a irte de casa y esperar que no venga? – cerró la puerta bruscamente – eres  mía, y harás lo que yo te diga – se acerco a mi violentamente. Me cogió de la nuca y me atrajo para besarme con mucha violencia. Yo no consideraba sus besos como tales sino como otro tipo de agresión más. Enfurecida por el odio y impotencia que creaba en mi esa dominancia que intentaba ejercer en mi le mordí el labio provocando que le sangrara. Por lo menos conseguí que se separara de mí pero, me miro con desprecio y después de limpiarse con su lengua la sangre del labio. Me golpeo fuertemente- eres una don nadie – me cogió del pelo agresivamente. Sabía perfectamente lo que venía ahora porque ya me lo había hecho con anterioridad. Un golpe tras otro hasta que se cansara y se marchara. Solo debería esperar que no intentara nada mas, que solo me golpeara hasta la saciedad pero que intentara forzarme nada. Mike, el muchacho rubio de ojos negros que yacía enfrente de mí, era el hijo de un adinerado empresario y por tanto estaba acostumbrado a tener todo lo que quería… incluso a mí. Lo odiaba con toda mi alma, detestaba que me tocara, ya fuera acariciándome o golpeándome, un leve contacto con él hacía que mi cuerpo temblara por el miedo y asco que sentía… a veces me preguntaba cómo había llegado a pasarme esto y recordaba todo lo que había pasado durante estos últimos dos años o mejor dicho lo que me había ocurrido durante toda la vida… algo que nunca podría cambiar, porque aunque intentara defenderme, el poder en este mundo parece ser que solo se consigue con el dinero….
Porque a veces escondemos duras realidades bajo una sonrisa amable…

CAPITULO 5
Damián POV
Gracias a ti descubrí que las apariencias engañan y que tu apariencia era la que más discordaba con tu realidad…
Los dos internos varones llegaron más temprano de lo habitual, los asigne rápidamente a los casos que vi adecuados. Me senté en mi despacho a esperar a mi otra interna, la cual llego algo sofocada, ya que llegaba con cinco minutos de retraso.
-         Se puede saber ¿por qué has llegado tarde señorita?
-         Atasco – sonrió intentando rebajar mi enfado
-         ¿qué tienes hay? – me miro aterrada, me acerque a ella despacio – déjame ver – se alejo rápidamente
-         No, no es nada – sonrió. Y comenzó a dirigirse a la puerta con rapidez - ¿qué tengo que hacer hoy? – pregunto con una sonrisa. Podía fingir todo lo que quisiera pero sabía perfectamente que algo le pasaba y pero también sabía que no tenía derecho a hacerle que me contara su vida privada pero  por alguna extraña razón ella me preocupaba mucho.
-         No me vas a decir nada ¿verdad? – desvió la mirada y no me contesto – ve a hacer ronda en la segunda planta. – salió sin mirar a otras.
No volví a cruzármela durante todo el día, creo que por qué me evitaba. Su ronda la hizo perfectamente como  siempre. Era una excelente profesional y a los pacientes le encantaba porque la verdad es que era muy simpática y amable con ellos, aunque para mi gusto era demasiado empática  con ellos.
Lo que no entendía muy bien era que aunque yo estoy enamorado de Leire, no puedo evitar el buscar a Nazaret con la vista y el estar preocupado por ella. Me parecía una chica que aunque se hacia la dura y sonreía constantemente tenía una necesidad de ser protegida por alguien… o a lo mejor solo pensaba eso porque yo si quería protegerla de todo-
-         ¿dónde estará Naza? Estoy preocupada por ella, ayer al final no vino a dormir a casa – le comento Lidia a Ana mientras andaban delante mía. Desde ayer estaba demasiado extraña.
-         ¿Pero no fue ayer su novio a casa? – Pregunto la rubia y la morena asintió. Así que su novio había venido… pero…si me dijo cuando estuvimos en el viaje de la conferencia que no tenia… aquí hay gato encerrado.
No continúe escuchando la conversación de las internas y me fui a mi despacho pero para mi sorpresa, Nazaret estaba dormida con su cabeza apoyada en mi escritorio. Me acerque sin hacer ruido y estaba demasiado linda y dormida parecía un ángel. Acaricie su mejilla, su piel tersa y blanquita era muy suave. Aunque sabía que era algo arriesgado le moví el cuello de su uniforme azul para poder ver lo que ayer no me dejo ver y vi que tenía varios hematomas. La cogí y la acosté en la camilla donde ponía a los pacientes. Le puse en las manos la llave de repuesto de mi despacho y me salí cerrando con llave. Se le notaba en la cara que no había dormido nada, parecía que tenía un problema grave y le estaba afectando en su vida social y profesional.
Nazaret POV
Me desperté y estaba acostada en la camilla del despacho del Doctor Ruiz. En mis manos tenía una llave, estaba algo desconcertada y más me desconcerté al mirar la hora y darme cuenta de que ya faltaba dos horas para que acabara mi turno. Salí corriendo de allí y busque a mi superior, sabía que me esperaba una buena, me regañaría hasta la saciedad.
-         Tú ¿dónde has estado toda la mañana? – me pregunto Marcos. No sabía que decirle, porque realmente había estado durmiendo en el despacho de nuestro superior.
-         Ha estado conmigo en el laboratorio – me gire con rapidez para ver al moreno de ojos grises que me estaba resguardando la espalda.
-         Doctor, te he estado buscando,  mira este historial – comenzó a enseñarle unas cosas y el doctor tan serio como siempre le contestaba hasta que despacho al muchacho y lo envió a algún lugar.
-         Bueno… señorita ¿me vas a explicar el por qué estabas dormida en mi despacho? – lo mire
-         Lo siento, de verdad – le dije muy nerviosa – perdóname no volveré a hacerlo
-         No tienes que disculparte tanto, pero dime qué te pasa – desvié la mirada – podría ayudarte – abrí los ojos sorprendida.
-         No creo que puedas – le sonreí – muchas gracias  - me cogió de la mano y me guio hasta el laboratorio.
-         Quiero ayudarte, dímelo – dijo muy serio y a decir verdad me tense – venga – me cogió de la barbilla y hizo que le mirara a los ojos
-         Es Mike
-         ¿tu novio? – desvié la mirada
-         Si y no, pero lo importante es que no estoy enamorada de él – me miro algo sorprendido
-         ¿y entonces, que haces con el? – baje la mirada
-         Es una larga historia
-         Pues quiero escucharla – me asombro su comentario, nunca pensé que se interesara por los problemas de los demás así – cuando salgamos del trabajo te espero en el parking y vamos a Casablanca, el bar que hay aquí al lado – asentí
Nunca imagine que le contaría mi historia a alguien y mucho menos a él, aunque por algún extraño motivo tenía miedo a que me rechazara por mi antigua vida porque yo por lo menos la despreciaba. Fui al aparcamiento en busca de mi coche para dejar algunas cosas, divise mi coche verde metalizado, pero había alguien apoyado en el. Al acercarme, pensé en darme la vuelta pero ya era tarde sus ojos se habían posado en mi. Allí estaba Mike tan amenazante y prepotente  como siempre.

-         Piensas andar – dijo desde la lejanía – o tengo que enseñarte – me acerque con cautela, dejando una distancia entre nosotros – vámonos a casa, estoy harto de tus juegos, ¿donde estuviste anoche?–
-         Que más te da, pero no pienso irme contigo – replique
-         Nazaret, no me contradigas o si no… - comenzaba a calentarse
-         O.. ¿si no que? – me sobresalto la única voz que podía llegar a dar más miedo que la de el rubio que estaba enfrente mía - ¿qué le harás? – se coloco delante de mi
-         ¿quién eres? – dijo bastante enfadado -  no me digas... ¿no has perdido el tiempo?.... eres mi esposa por tanto me perteneces – El doctor Ruiz se giro para ver mi cara y después miro la de mi actual esposo.
-         No creo que merezcas tal titulo – refuto
-         Tú no eres quien para juzgarme
-         Si ella no te denuncia lo hare yo – dijo serio – no es ningún saco de boxeo – gruño con bastante furia. ¿Como sabia que me había hecho hematomas? Además me dio la sensación de que los hematomas que me hizo Mike el otro día le dolían más a él que a mí.
-         No te metas en lo que no te llaman – se acerco y cogió agresivamente la camiseta de el Doctor Ruiz. Este no se contuvo y le dio un puñetazo en la cara con tanta fuerza que Mike callo despedido al suelo. Al levantar la cabeza tenía el labio roto y hinchado. Se incorporo y contraataco intentando devolverle el golpe en la cara pero el Doctor lo paro.
-         No pienso pelearme con alguien como tú, delante de una señorita como ella – mi corazón dio un vuelco y Mike me miro con mucha furia cosa que me aterro en cierto modo. – vas a dejarla en paz – le doblo la muñeca provocando en el muchacho muecas de dolor – no quiero verte alrededor de ella – dijo en un tono tan amenazante que si hubiera estado José se habría muerto del miedo, pero literalmente.
-         Es mi esposa – dijo retante
-         Me da igual, existe el divorcio – lo miro amenazante. Le soltó de mala manera haciendo que el cuerpo del rubio se tambaleara un poco. –
-         No te pienses que te vas a librar de mi tan fácilmente, maldita escoria – se dirigió a mi mientras se limpiaba con las manos la sangre de su labio. Se alejo, dejándome sola con mi defensor.
-         Gracias – susurre muy flojo, porque mi voz no salía de mi pecho.
-         ¿como estas? – se dirigió rápido hacia mí. Sonreí dándole muestras de que estaba bien – no me dijiste que era tu esposo – me recrimino sin utilizar un tono muy duro, cosa que le costó - ¿cómo has podido casarte con alguien como él?
-         Bueno… - desvié la mirada. Me  abrazo cálidamente. Su cuerpo se ajusto al mío proporcionándome ese calor que por pocas personas había recibido en mi vida… ese calor que anhelaba...
-         Vamos al bar – asentí escondida en su pecho
Entramos en el bar, es cual estaba a rebosar, pero al final había una mesa libre, la cual ocupamos con rapidez. Pedimos algo de tomar, entre en murmullo persistente de diferentes conversaciones mezcladas produciendo un sonido algo molesto. El sonido dejo de molestarme en cuanto mi acompañante me pidió que le contara mi situación.
-         Mi padre trabaja en una empresa como alto directivo – el moreno estaba dándole vueltas a algo en su cabeza- Richard Quilarre, y tiene una obsesión por agradar a los demás que a veces se traduce, en vender a sus propios hijos – baje la mirada hacia el papel con el que jugaba nerviosa – El padre de Mike le propuso a mi padre el unirnos porque así ambas familias seguirían siendo prosperas y adineradas, ya que sus hijos estarían bien servidos por ambas partes – continúe con un tono algo lastimoso pero realmente me dolía recordar aquellos días – tuve grandes peleas con mis padres los cuales estaban empeñados en casarme con Mike. Poco a poco este se fue encaprichando conmigo y aun en contra de mi voluntad me case con él. Durante los seis meses de matrimonio, de los cuales cuatro he estado desaparecida para ellos, evite mantener cualquier contacto con él, hasta que lo enfurecí y me maltrato por primera vez – desvié la mirada – Después de aquel suceso decidí irme y intentar arreglar un poco mi vida y ahora que realmente – se me rompió la voz – soy feliz vuelve a aparecer – me acaricio la mejilla guiándome para que le mirara a aquellos ojos grises –
-         Nunca pensé que tuvieras una historia así detrás de ti, siempre andas con tu sonrisa despreocupada
-         Porque aquí me siento en cierta manera libre y querida  -suspire – creo que aquí he encontrado el afecto que ni mi familia, ni otras personas de mi antigua ciudad me habían dado – le sonreí – Ana y Lidia se preocupan bastante por mí, José es un sol de chico… - vacile
-         ¿y yo? – pregunto curioso
-         Aunque eres agrio, terco y arrogante... me has enseñado ciertas cosas que valoro – unos calores recorrían mi cara, por lo cual suponía que estaba algo sonrojada.
-         Agrio, terco y arrogante – rio entre dientes - ¿y por qué mirabas el móvil…?
-         ¿con tanta frecuencia? – suspire y volví a mirar a la mesa. El me miraba intensamente sin perder detalle de cualquier movimiento facial – esperaba que mis padres se preocuparan por mí, me buscaran, me suplicara que volviera – lo mire con una pequeña sonrisa quizás algo artificial – pero no he recibido ni una llamada– me miro algo apenado.
-         El quiere que vuelvas – asentí – vamos a conseguir el divorcio – afirmo con seguridad y yo le mire con sorpresa – tengo un amigo abogado, el nos dará los papeles, solo tenemos que hacer que el idiota ese los firme.
-         No creo que sea tan fácil
-         Ya encontrare el modo, confía en mí – sonrió de medio lado, cosa que me sorprendió tanto que se me olvido pestañear ¿sabia sonreír? – así no tendrá ningún poder sobre ti y con algunas amenazas lo eliminare de tu vida – dijo esto algo burlón para animarme yo le sonreí – y a todo esto ¿dónde has pasado la noche? Oí a tus compañeras de piso, de que no volviste ayer – le sonreí
-         Dormí en el pueblo de al lado en el coche – mire al techo – acabo de pagar el alquiler y algunas cosas más y ando pelada de dinero, así que no pude pagarme un hotel – me miro con asombro.
-         Viniendo de la familia que vienes y ¿andas así? – agrie un poco mi expresión
-         Yo no vengo de ninguna familia, tengo sus apellidos por qué no me queda otra y a decir verdad utilizo más el de Diquens que el de Quilarre por que pertenecía a mi abuela, que fue una verdadera madre para mí.
-         Ya veo, si quieres… - negué antes de que me propusiera algo
-         Creo que ya te he molestado bastante, no tienes que preocuparte por mí, lo llevo bien – esboce una sonrisa – estoy acostumbrada a dormir en mi coche
-         Eres una chica demasiado rara
-         Además de odiosa, ahora rara – subí una ceja – lo importante es meterte conmigo ¿ no? – comente divertida
-         Bueno… también tienes tus virtudes – puso una de sus grandes manos en mi cabeza y me sonrió, cosa que no era muy común en mi superior.
Estuvimos algún rato mas hablando de cosas sin mucha importancia, cosas del hospital curiosas con las cuales intentaba hacerme sonreír.
En ese momento mi mayor temor era que te alejaras por miedo a mi familia… nunca espere que algo peor pasara…






CAPITULO 6
En la vida siempre hay ciertos sentimientos que se no percibimos, no solo de los demás si no también de nosotros mismos.
Me despedí de mi jefe y me debatí en que hacer. Volvía a mi casa con la probabilidad de que Mike volviera o volvía a “dormir” en el coche, decidí volver a casa con suerte estarían mis compañeras y no tendría que pasar nada.
-         ¿dónde has estado? – me recrimino Lidia – tu novio andaba bastante enfadado
-         ¿ha estado hoy por aquí? - Puse mi abrigo en la percha
-         No hoy no – suspire aliviada
-         Me voy a dormir, estoy demasiado cansada – me metí en mi cuarto y sin darme cuenta caí en un profundo sueño.
Damián POV
Nunca pensé que la despreocupada chica tuviera esos tipos de problemas, parecía que llegar a donde había llegado le había costado mucho trabajo. Toda esa situación me hacía sentir miserable porque ella tenía tantos problemas y aun así mantenía su sonrisa y yo pretendía arrebatársela. ¿Cómo podía ser tan cínico? Entre en mi casa, en ella era todo silencio. Mi novia dormía en el sillón con la tele encendida. Me agache y la mire, la estaba descuidando, si seguía así la iba a perder, acaricie su pelo rubio y ella abrió los ojos.
-         Ya estás aquí – me sonrió, parecía que hoy andaba de buen humor.
-         Si, deberías irte a la cama – ella asintió pero no se movió del sitio, yo por mi parte me senté a su lado y me apoye en ella
-         Damián, quieren trasladarme a otra ciudad – me incorpore y la mire
-         ¿y eso?
-         Me van a ascender – dijo con tono de preocupación
-         Pero eso es genial
-         Pero Damián, si tú te quedas aquí, estaremos demasiado separados –
-         Pero debes avanzar en tu oficio – comente pero ella pareció molestarse mucho
-         Damián eres la persona más insensible que conozco, a veces solo con hablar me haces demasiado daño – se levanto – llevo dos años contigo y todavía no has sido ni una vez amable ni considerado – estaba que trinaba
-         Leire, eso no es verdad – estaba exagerando algo la situación, es verdad que a veces era algo borde y esas cosas pero también era amable ¿no?
-         Mira déjame – se metió en nuestro cuarto pegando un portazo bastante fuerte.
-         Otra vez en el sofá – suspire


-         No crees que es mona – mire a mi compañero con cara de desagrado
-         Ya estas otra vez
-         Bueno… es una mujer de esas que me gustan a mi -  reí con sarcasmo
-         Si, fáciles ¿no? – asintió con una sonrisa divertida
-         Bueno, a ti como te va con la señorita “no me gustan los hombres” -  lo mire con el ceño fruncido – es muy sosa
-         Quizás no es el tipo de mujer que a ti te gusta – defendí
-         Bah…  - entramos en la sala de descanso y Santi y yo nos sentamos en un sofá enfrente de televisión de plasma que nuestro queridísimo Fred había colocado. – cada día la tele está cada día peor – yo no prestaba ninguna atención a la televisión por eso no sabía de que me hablaba mi compañero. Estaba pendiente a ella la cual reía animadamente con sus compañeras, parecía estar pasándoselo en grande con ellas. Después de lo que me conto me sentí como la peor persona del mundo, porque quería borrarle esa sonrisa en el único sitio donde la tenia.
-         ¿pero qué he hecho yo para merecer esto? – decía la más pequeña de todas Ana – no es justo – me fije y tenía los ojos un poco hinchados ¿le habría pasado algo a la pequeña? –
-         Deja de darle vueltas – le dijo Lidia, la cual parecía la madre de ambas
-         Pero… - replico con un puchero la rubia y miro a Nazaret
-         Si algo se acaba es porque habrá algo mejor ¿ no crees? – le dijo con una sonrisa muy sincera que pareció quitarle todas las penas de golpe.
-         Tienes razón – se tiro a abrazarla – eres un cielo, te quiero con locura –
-         Lo ha dejado con el novio – mire a Santi – veo que eres un cotilla – dijo burlón
-         Anda cállate
-         Me voy a seguir con lo mío, después nos vemos – se levanto y se fue pero antes le dedico una sonrisa a las chicas. Menudo Don Juan.
-         ¿harás algo rico de comer hoy? – ambas chicas la miraban suplicantes
-         Bueno… me lo pensare – le dijo juguetona – me vais a tener que convencer
-         Helado de chocolate – dijo Ana. Nazaret rio con ganas.
-         Genial – dijo entre carcajadas – no sabía que te gustaba tanto mi comida
-         Es la mejor – dijo Ana y Lidia asintió. Ella le sonrió pero su sonrisa se vio truncada por el sonido de su teléfono móvil. Miro la pantalla y tardo un poco en contestar.
-         ¿sí? – se mantuvo durante un rato callada. Se levanto y busco entre las revistas con rapidez y se paro en una de prensa rosa – lo veo – su contestación fue agria y no me pegaba nada ese tono en sus labios – gracias por todo – su cara se alegro un poco – no seas tonta y deja de llorar – regaño pero en un tono bastante dulce – tranquila, aquí estoy bien, si me pasara algo te avisaría la primera, no te preocupes mas – colgó y miro a sus amigas – me tengo que ir para seguir con mi trabajo, nos vemos a la salida – sonrió y se fue ante la mirada de sus dos amigas. Me fui detrás de ella pero ella no se percato de mi presencia hasta que le quite la revista que tenía en la mano. Me miro con sorpresa y me puse a mirar por encima la revista, las relaciones entre el grupo financiero Quilarre y  la empresa Holsen  han decaído por la supuesta infidelidad de la hija mediana de Richard Quilarre.
-         No han perdido el tiempo – dije con desagrado  y ella asintió con una sonrisa –
-         Oye el paciente de la 532 parece ser un poco bipolar, deberíamos decírselo a psiquiatría– la mire con sorpresa
-         Tú no dejas el trabajo de lado ¿no? – ella negó con la cabeza
-         Eso no es mi problema, pero atender bien a los pacientes si – sonrió con dulzura – ¿sabes que la semana que viene hacen barbacoa en la sierra y que la ha organizado Fred con todos los del departamento? – negué con la cabeza – ¿iras no? – la mire con las cejas levantadas
-         Claro que no – puso cara de desaprobación
-         Eres un soso, Doctor Ruiz
-         ¿tú vas? – ella asintió con una sonrisa – oye no te ha vuelto a molestar ¿verdad?
-         No, parece que le distes miedo – hizo una mueca – y lo entiendo perfectamente, das un miedito –puso cara de burlona y  me reí ante su comentario y expresión.
-         Eres tremenda – me miro sonriente
Nazaret POV
-         Debes ir a la 345 a atender al señor Vázquez – cambio su expresión y me mando ir a ver al paciente. –
-         Vale – subí corriendo a la habitación del hombre mayor. Salude amablemente.
-         Hola muchacha – me saludo de una manera cálida, le sonreí y me puse a sacarle sangre – eres muy mona – me reí
-         Usted es muy amable – el hombre mayor sonrió y se le marcaron sus arrugas
-         Me recuerdas a mi hija – lo mire su expresión era algo entristecida
-         ¿ella no ha venido a visitarle?
-         Ya no está entre nosotros – el hombre decía esto angustiado y yo cambie mi expresión –
-         Lo siento mucho
-         Sonría muchacha – le hice caso – eso paso hace mucho tiempo, pero aun sigo pensando que debería de haber pasado más tiempo con ella…
-         Seguro que ella también hubiera querido lo mismo – cogí el bote de sangre.
-         Eres encantadora – me sonrió y yo hice lo mismo – espero que vengas de vez en cuando – asentí
Al señor Vázquez ya lo conocía de hacía tiempo, llevaba bastante tiempo ingresado y siempre que iba me decía cosas cariñosas y me hablaba de su hija. Me contaba numerosas anécdotas de su vida, mientras yo hacia mi trabajo.  Algunas veces cuando Damián no me mandaba a visitarlo iba yo porque me había encariñado con el anciano.
-         Dale un tortazo – mire a mi superior alarmada
-         ¿qué pasa? – dije y mis dos compañeros que estaban a mi lado se rieron
-         Llevo un rato hablándote y estas pasando de mi – le sonreí y me disculpe – repito para que nuestra princesita se entere – dijo tan mal humorado como siempre, yo levante la ceja con sorna – mañana vamos a ir  Marcos y yo al centro de urgencias de Wing, el pueblo que está a unos 10 km, vosotros dos haréis las rondas y los diagnósticos los dejáis en mi mesa para que cuando llegue los revise, entendido – me miro a mi con más intensidad por si me había vuelto a despistar.
-         Pero… -
-         Ya vas a replicar – gruño. Negué con la cabeza.
-         ¿Pero si pasa algo podremos llamarte? – pregunte
-         Intentar no llamarme, pero si es urgente  llamarme – asentimos José y yo – muchachos iros, tu princesita quédate – me aludió agrio, lo mire extrañada.
-         ¿qué pasa? – le pregunte
-         Eso me pregunto yo – se sentó en su sillón – estas muy distraída
-         Lo siento estaba pensando en otras cosas
-         Sé que es difícil pero debes concentrarte mientras trabajas – asentí – bueno, ¿qué es lo que tanto te ronda por la cabeza? – me senté en la silla de enfrente de suya.
-         Es que creo que el señor Vázquez, tiene alzhéimer, además del cáncer – me miro confuso - ¿por qué me miras así?
-         Pensé que estabas distraída  por asuntos personales – negué con la cabeza –
Desde hacía varios días Damián y Marcos se habían ido a Wing, por que allí necesitaba personal y nos dejaba a José y a mí en el hospital.
-         Déjalo ya, Nazaret no hay solución – me dijo mi compañero mientras yo seguía intentando reanimar al anciano – Nazaret – volvió a llamarme
-         No puede morir – susurre y José puso sus manos sobre las mías. Mientras el sonido del monitor cardiaco resonaba mostrándome la cruda realidad a la que intentaba con todas mis fuerzas no se hiciera realidad.
-         No podemos hacer milagros – lo mire y él me miraba con una expresión de comprensión y  ternura.
Salimos de la sala y José me abrazo y me acariciaba el cabello con cariño.
-         le habías cogido cariño al señor Vázquez ¿verdad? – asentí mientras me escondía en su pecho – sabias que tenía que pasar
-         ya pero no mientras estuviéramos nosotros solos, si hubiera estado el Doctor Ruiz a lo mejor…
-         el final hubiera sido el mismo – lo mire a la cara –
-         pero tiene que ser muy triste morir solo – comente en un susurro                                            
-         si quieres vamos nosotros a su entierro – lo mire con sorpresa, el me observaba con una expresión que me tranquilizaba.
Me entristeció mucho la perdida del señor Vázquez, era un hombre muy amigable y me encariñe bastante con él. José me acompaño al entierro y después nos fuimos a cenar. Aunque era bastante timidito José es un chico muy atento y cariñoso, estuvo toda la noche a haciéndome reír, cuando estaba con él los problemas acababan disipándose y con una única mirada era capaz de trasmitirme una tranquilidad increíble.
-         ¿crees que Lidia tiene un rollo con el Doctor Bermúdez? – me pregunto mientras me tocaba la mejilla. Mire su mano extrañada – tenias una miga de pan – le sonreí.
-         No se ella no comenta mucho sus temas personales
-         He escuchado eso, la verdad es que los casos de Lidia son mejores que los de Ana
-         También hay que reconocer que Lidia es muy buena con los diagnósticos – el asintió –
-         Él que tiene mucho celos de ti es Marcos – lo mire extrañada – dice que el Doctor Ruiz te mima – puso cara de desacuerdo.
-         Pues no se – desvié un poco la mirada – él es el que está el Wing no yo.
-         Yo creo que es por lo de la conferencia
-         El se lo busco
-         Fue muy cínico al hacer eso
-         ¿y tú? – le pregunte con malicia
-         ¿yo?
-         Tuviste que dar el diagnostico y no hacerte el tonto – me sonrió
-         Lo sé, pero no estaba seguro
-         ¿cómo estuvo la operación?
-         Fue genial, la mejor experiencia de mi vida – dijo contento, yo le sonreí.
Cuando llegue a casa estaban, las chicas tiradas en el sofá, yo  me acosté conforme llegue porque me sentía mal, estaba algo mareada y con dolor de cabeza.
Una vida sin amigos y sin apoyo de los demás, es una vida vacía y bastante solitaria...















CAPITULO 7
La traición es dolorosa, y mas si los que te traicionan son las personas mas cercanas a ti… no es justo… eres demasiado bueno para merecer eso… aunque quizás el final hubiera sido el mismo ¿no?
No había dormido muy bien esa noche porque me costó mucho conciliar el sueño, además tenía un poco de mal cuerpo por alguna extraña razón. Andaba por el hospital cuando me encontré con el Doctor Ruiz y una muchacha rubia bastante guapa. Ella le sonreía a él con gracia y él le acariciaba la mejilla. Seguramente era su novia y eso en cierto modo me dolió, y envidiaba a la muchacha rubia, tenía a alguien tan genial para apoyarse y el aunque era un agrio realmente tenía un buen fondo. Me sentía sola y vacía, si me paraba a pensar en a quien tenía a mi lado, me daba cuenta de que realmente estaba sola, no tenía a nadie… no tenía a nadie… ese pensamiento se apodero de mi y comencé a sentir que me oprimían el pecho, no podía respirar. Mire a los lados y me metí en el primer cuarto que vi. Me estaba ahogando. Me agarre el pecho con agonía. Mi corazón latía frenético, tanto que me dolía. Intente regular mi respiración pero al principio no funcionaba cosa que me desesperaba, casi por inercia vi una bolsa y comencé a respirar en ella, eso pareció funcionar porque mi respiración se normalizo, pero me mantuve un rato allí, sentada en el suelo y algo agotada por todo lo que pasaba… las lagrimas salían de mis ojos como nunca habían salido, no podía seguir con esta situación… todo esto me estaba empezando a superar…
-         No crees que la señora Fernández delira demasiado – dijo divertido Marcos pero yo no tenía ganas de reírme - ¿Nazaret? – lo mire - ¿estás bien? – asentí quizás algo desgana y mi compañero no se lo creyó. Volví a mirar al frente y  llegamos a la sala de espera para hablar con el familiar de una paciente pero para mi sorpresa allí está el rubio de ojos negros que en estos momentos no quería ver. Mike se acerco a nosotros bajo mi mirada.
-         Puedo hablar con usted – me sorprendió su educación. Marcos lo miro y después me miro a mí. Me cogió la mano y nos separamos de mi compañero de trabajo  - Nazaret, la situación se nos ha ido de las manos – desvié la mirada
-         Mike, ahora no creo que sea el momento –
-         ¿te pasa algo? – se acerco a mí con rapidez y yo por inercia me separe. El rubio miro a otro lado – lo siento, nunca pretendí hacerte daño
-         Pero lo hiciste –
-         Nazaret yo te quiero y sabes que…
-         Pero yo no Mike, estoy harta de todo esto – perdí mi estabilidad emocional y acabe diciendo lo que pensaba sin procesar antes si debía o no – estoy harta de la vida que llevo, solo pido una vida normal, no creo que sea tanto  - me acerque a él – y contigo no puedo tenerla, me case contigo obligada, ni siquiera disfrute de la boda para mí fue el peor castigo que podía recibir y bueno… - desvié la mirada. Recordaba mi primera vez… nunca lo había pasado tan mal como aquella vez, fue  una violación porque yo no quería que aquello pasara.
-         Entonces toma – me dio un papel – tu amiguito se ha salido con la suya – mire el papel, eran los papeles del divorcio y estaban firmado. se fue sin decir ni una palabra más, dejándome allí sorprendida ¿ qué le habrá dicho el Doctor Ruiz para que su comportamiento cambiara tanto? me fui directa al despacho de mi superior para por lo menos agradecerle lo que había hecho, aunque no tenía muchas ganas de verle y además hoy andaba algo pesimista y deprimida.
-         ¿qué haces aquí? – me miro a los ojos.
-         Quería agradecerte lo que has hecho por mí -  todavía sigo sin entender el por qué pero me puse a llorar como una magdalena y él se acerco a mí con rapidez
-         Eh, eh, no llores – me cogió la cara y me limpio las lagrimas. Era la primera vez que en mi vida que lloraba delante de alguien. Siempre me escondía para que no me vieran llorar, detestaba parecer frágil e indefensa y por eso mismo odiaba llorar pero esta vez no pude controlarme.
-         No hagas eso – lo desconcerté por mi tono – no es justo – me aleje y me tape la cara con las manos
-         ¿que no es justo?
-         No seas tan amable  - el pobre muchacho me miraba sin comprenderme muy bien – haces que te necesite mas, y mas – el estaba en silencio – y tú debes atender únicamente a tu novia – me cogió las manos y las aparto de mi cara aunque yo no lo mire a la cara por miedo a ver su expresión.
-         Nazaret, ¿estás bien?
-         No, no lo estoy – me desprendí de sus manos – solo finjo estarlo pero esto ya me supera… no puedo mas – me abrazo dejándome paralizada y comenzó a acariciarme el cabello.
-         Venga relájate – lo mire y él me sonrió – es normal que la situación te supere, pero no estás sola, tienes a todos tus amigos de residencia y me tienes a mi
-         Pero… - replique pero me callé al sentir que me miraba intensamente, me cogió del mentón y sus labios entraron en contacto con los míos con una suavidad increíble. Comenzó a besarme con gran dulzura y suavidad demostrándome que realmente quería besarme sin búsqueda de nada más que encontrar en mi, solo es necesidad de entrar en contacto conmigo. Introdujo sin la menor brusquedad su lengua para acariciar la mía. Yo no le detuve en su exploración, ya que yo la deseaba tanto como creía que la deseaba él. Nunca en mi vida me habían besado de esta forma. Para mí este era mi primer beso verdadero. Sus labios lentamente se separaron de los míos. Lo mire directamente a los ojos con una expresión de duda y desconcierto.
-         lo siento – dijo sin perder de vista mi mirada – te estoy confundiendo – no le conteste más que nada porque no sabía cómo hacerlo –
-         tengo que irme – salir corriendo de allí, mas confundida de lo que entre ¿ por qué me había besado?
Continúe la mañana lo más normal que pude, tarea bastante difícil.
-         Naza – me toco el hombro y me gire para ver a mi despampanante amiga morena, Lidia - ¿qué haces?
-         Pues nada, lo de siempre – señale los historiales - ¿tu?
-         Más de lo mismo – me sonrió - ¿ estás bien? – la mire  a la cara
-         ¿por qué preguntas eso?
-         Te veo desganada y eso no va mucho contigo – desvié un poco la mirada
-         Tengo algún que otro problemilla – le sonreí para no preocuparla mucho
-         Sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa –
-         ¿has desayunado? – ella negó con la cabeza – ¿vamos? – nos dirigimos a la cafetería del hospital – lo he dejado con Mike – me miro sorprendida – pero eso es bueno porque yo realmente no lo quería, pero…- le conté por encima mi historia y se sorprendió bastante al enterarse de quien era hija, pero me juro que no iba a contárselo a nadie y yo confiaba plenamente en ella.
-         Naza, debes sentirte muy sola si tu familia se porta así contigo – baje la mirada – sabes mi situación familiar tampoco es muy buena, pero puedes considerarme de tu familia, ¿qué te parece si somos hermanas? – la mire divertida y ella me sonreía
-         Me parece genial – ambas reímos – pero tengo otro problema – me miro preocupada – como eres mi hermana, espero que no me cuestiones ni que se lo cuentes a nadie porque eso si podría afectarme aquí en el hospital – ella asintió y le conté lo que había pasado con el Doctor Ruiz –
-         Ten cuidado – me dijo seria – no me extrañaría que estuviera jugando contigo
-         Pero Lidia ha hecho tantas cosas por mi y además  es un sentimiento raro pero es que lo necesito, lo necesito a mi lado –
-         Te has enamorado de el – afirmo pero yo negué con la cabeza
-         No creo que sea para tanto
-         Si lo es… no sé cómo es ese hombre pero que tenga novia y se bese con otra, la verdad es que no habla muy bien de él – asentí algo desganada – pero tienes razón de que se ha desvivido por ayudarte, aun cuando podía haber pasado de todo – volví a asentir – yo lo único que espero es que no te haga sufrir – me miraba con calidez – porque si no lo mato – dijo algo agresiva y yo me reí con ganas.
Cuando termine de desayunar me fui para continuar con mi ronda, pero Marcos me pidió que le llevara unos papeles al Doctor Bermúdez y le hice el favor porque al moreno no parecía caerle muy bien al rubio, ya que era su competencia a la hora de llevarse a las mujeres. Llame a la puerta y seguidamente entre pero nunca pensé encontrarme con la escena que me encontré y en cuanto me di cuenta de lo que pasaba tire los papeles al suelo y salí con rapidez. Estaban en pleno acto el… y… y… ¿era la novia del Doctor Ruiz? Como la gente podía traicionar a las personas que tenían a su lado, sabía que el me había besado a mi aun cuando esta con ella, pero esos dos parecían que llevaban liados bastante porque no creo que lo hicieran por primera vez ahí, en su despacho…
Pero ahora… ¿qué hago yo?  Se lo digo a mi superior o me hago la tonta… pero lo estaba traicionando… pero también podría pensar que es una mentira mía para quedarme con el… puf menudo dilema. Apoye mi cabeza en la pared. Esta noche lo consultare con la almohada, pensé para mi misma, esa seria la mejor solución. Pero acabe levantándome igual, sin saber qué hacer y por tanto termine contándoselo a mi hermana postiza, la cual se asombro al contarle la historia.
-         Menudo cerdo, se está tirando a todo el  hospital – dijo casi para sí misma
-         ¿qué hago Lidia? Si se lo digo pensara que es mentira y si no se lo digo me sentiré una traidora, el me ha ayudado tanto
-         Díselo – mire a mi amiga – puede que no te crea pero cuando se de cuenta de que era verdad, tu quedaras bien
-         Pero y si me deja de hablar
-         Entonces demuestra que es un idiota y te darás cuenta de que debes olvidarlo – fruncí el ceño – si te cree demostrara que confía en ti, y esa es una base muy importante para una pareja
-         ¿qué pareja? Lidia que no estamos saliendo – replique
-         Pero podéis salir en un futuro ¿no? – me sonroje solo con pensar en esa posibilidad. Me imagine a su lado mientras sostenía mi mano gentilmente y me sonreía solo a mi… solo a mí…
-         Me encanta – dije en sueños
-         Naza, baja a la tierra – la mire
-         Tienes razón se lo diré, solo espero que me crea - mire hacia mi horario de trabajo – pero hoy no coincido con el – comente desganada
-         Así tienes más tiempo para preparar lo que le vas a decir – argumento Lidia-
¿Algún día nosotros también sonreiremos al vernos y me tocaras la mejilla con tanta delicadeza como se lo hacías a ella? ¿Tendré la oportunidad de experimentar el amor de verdad?




















CAPITULO 8
Damián POV
Dicen que los problemas no vienen solos, y no se equivocan… siempre y cuando tú los consideres verdaderos problemas…
Llegue algo tarde al hospital,  y entre por la puerta principal. Estaba todo abarrotado de gente en la puerta y eche un vistazo rápido a la sala de espera que también estaba a rebosar. ¿Es que hoy se habían puesto de acuerdo para ponerse todos enfermos?  Mire hacia delante y observe que estaba mi alumna hablando acaloradamente con un muchacho castaño, bajo la mirada de una muchacha rubia. A decir verdad ambos iban algo tapados cosa que me dificultaba mucho el saber quiénes eran. Me quede quieto y como un cotilla me dispuse a escuchar la conversación.
-         No puedes esconderla – dijo el muchacho bastante enfadado
-         Pero pretendes que se case con Mike a la fuerza – contraataco la castaña de mal humor
-         Sabes todo en esta vida no es el amor - 
-         Lo sé, no hace falta que me lo digas, pero no quiero esa vida para Celia, somos sus hermanos mayores debemos protegerla
-         ¿protegerla de qué? Nazaret estas sacando las cosas de contexto, Mike es un buen tío
-         Es tu amigo y por eso lo defiendes – se entrometió la pequeña chica – he escuchado que a veces se droga – dijo ella aterrada-  y que por eso puede llegar a ser muy agresivo – aunque la pequeña no lo decía con seguridad, había dado en el clavo. cuando estuve hablando con él me di cuenta de que era otra persona y entonces indague un poco y descubrí su adicción.
-         Mantente callada Celia – bajo la mirada – Todo esto es tu culpa Nazaret – pero que narices está diciendo ese tío. Acaso ¿no sabía la situación de su hermana? -  irte con otro tío y divorciarte de Mike, fue un poco rastrero – ella bajo la mirada ¿ no pensaba defenderse? .
-         La situación no es así – metí el hocico ya enfadado
-         ¿quién narices eres tú? – pregunto el joven
-         Doctor Ruiz, no se meta, es un problema mío y de mis hermanos – me miro enfadada, pero desvié la mirada
-         Soy el superior de tu hermana
-         Tu eres el tío que se la tiro – mi paciencia tenía un límite pero me contuve por ella porque bajo la mirada como si realmente hubiera hecho algo malo, cuando eso no era así.
-         Habéis hecho que la vida de Nazaret sea un infierno y encima tienes el valor de echarle la culpa – me miro el castaño con desprecio pero mi mirada no era de alegría tampoco –
-         ¿tú qué narices sabes? –
-         La maltrato – la pequeña de cabellos dorados se echo las manos a la boca y su hermano puso cara de sorpresa y miro a su hermana la cual desvió la mirada del sitio – yo simplemente la ayude para que ese episodio no volviera a suceder.
-         Nazaret, ¿eso es verdad? – le dijo su hermano mientras se acercaba a ella y le cogía la cara con delicadeza. Ella simplemente asintió – lo voy a matar – se iba a ir pero su hermana lo detuvo.
-         Lucas, por favor no – dijo en un tono apenado – la prensa va detrás de voso… - corrigió- de nosotros, si montas un escándalo con Mike, tu reputación se verá afectada
-         Me da exactamente igual – le contesto este enfadado
-         Lucas – susurro. Su hermano la miro y la abrazo.
-         Lo siento, pequeña – le acaricio el cabello - ¿necesitas algo? – ella negó con la cabeza - ¿ tienes hueco para Celia? Si queréis os compro una casa…
-         Lucas, sabes que no quiero nada de eso – la hermana que se mantenía un poco al margen no parecía estar muy de acuerdo – Celia se tendrá que adaptar a mi estilo de vida, yo no tengo una gran casa, un mercedes en mi garaje ni nada de eso, todo eso lo deje el dia que me fui de casa y lo que tengo lo he conseguido yo sola, no necesito nada, pero gracias de todas maneras – sonrió
-         Naza – suspiro su hermano – llámame cuando necesites algo ¿ vale?
-         ¿como supiste donde estaba?
-         Mike, me lo dijo, así que no te extrañe que aparezcan por aquí – ella miro a su hermana y asintió – cuidaros, pequeñas – le puso la mano en la cabeza a la menor de sus hermanas – y tú no te aproveches mucho de Naza, ella no puede tirar de tus caprichos – Celia puso un puchero – dale gracias a que te da cobijo – el hermano me miro  y se fue.
-         ¿ a dónde voy? – miro a su hermana y esta miro el reloj
-         Ven te llevare con Lidia, que acaba su turno en media hora y te vas a casa con ella – la pequeña asintió
-         Nazaret, después ven a mi despacho, tenemos que hablar – le dije serio y ella asintió con una de sus sonrisas haciendo relucir su blanca dentadura.
La espere en mi despacho mientras ordenaba los últimos papeles para tenerlo todo al día. Entro con su expresión de siempre.
-         ¿que querías decirme? – dijo mientras se sentaba en la silla de delante mía.
-         Veras, lo de ayer
-         Espera – me detuvo – tengo que decirte algo – miro nerviosa hacia los lados – pero es que no se si debería – parecía entristecida a la vez que nerviosa. Me extrañe por su comportamiento.
-         Dime – le dije serio
-         Ayer fui al despacho de … - nos interrumpió el Doctor Bermúdez
-         Toma, ya he firmado los papeles – Santi miro a la castaña y esta desvió la mirada con nerviosismo. Yo fruncí el ceño con confusión – Nazaret, te he estado buscando – ella dio un  pequeño respingo al escuchar su nombre – puedes salir un momento me gustaría hablar contigo – ella me miro  y a decir verdad sentí en su mirada que quería que la detuviera pero no lo hice porque andaba algo confundido por la situación, ¿qué narices pasaba?
Nazaret POV

-         No le digas nada de lo que vistes ayer – me dijo bastante serio
-         ¿por qué? – pregunte enfadada
-         Es su novia y yo su amigo
-         Pues con más razón no deberíais haber hecho eso
-         Lo sé, lo sé…  pero es que…
-         Nada, me da igual lo que digas – gruñí
-         Como le digas algo me asegurare de que salgas de aquí en menos de lo que canta un gallo – me asuste por el tono en que se dirigió a mí.
-         Entiendo, ¿ahora puedo entrar? – el hombre rubio  asintió y volví a entrar al despacho.
-         Bueno, que ibas a decirme – pregunto el moreno mientras me miraba - Ayer fuiste al despacho de ¿quién?
-         Doctor Ruiz – me detuvo
-         Llámame Damián – lo mire sorprendida, por que ha decir verdad no sabía su nombre siempre lo llamaba por su apellido.
-         Bueno… Damián – vacile un poco y él me sonrió cálidamente – prométeme que me dejaras acabar– su expresión torno a confusión pero no dijo nada -  veras ayer fui al despacho del Doctor Bermúdez y estaba con tu novia
-         ¿con Leire? – asentí
-         Estaban… bueno… pues… - me daba vergüenza decirlo en alto
-         ¿estaban qué? – dijo algo alterado
-         Pues haciendo eso – dije desviando la mirada
-         Nazaret sabes que lo que estás diciendo es muy fuerte ¿no? – dijo algo enfadado, yo asentí
-         Bermúdez me acaba de decir que como te dijera algo, se aseguraría de echarme de aquí – lo mire a la cara
-         ¿me estás diciendo la verdad? – me miro tan serio que me asuste un poco
-         Yo nunca te mentiría, Doctor Ruiz – dije algo a penada – yo no te haría eso, además  no entiendo cómo pueden… - lo mire y él me miro y bajo la cabeza escondiendo su mirada
-         Te importaría dejarme solo – asentí aunque dudo que me viera.
Los días pasaron y todo seguía como siempre. Lidia me daba todos los días la tabarra para que hablara con el y me aclarara el si me había creído o no pero yo la verdad es que no estaba de humor para hacer eso. Porque lo que no podía hacer era besarme y después hacer como si nada, y para el colmo el Doctor Bermúdez estaba todos los días mirándome despectivamente y haciéndome gestos tontos… la verdad es que era un poco tonto y eso me enervaba.
Hoy estábamos en la sierra haciendo la barbacoa que organizo Fred días antes. Ana andaba muy animada hablando con los chicos, Lidia andaba contándome la pelea que tuvo el día anterior con el casero porque quería subirnos el alquiler. Yo miraba de reojo a la pareja que estaba a lo lejos, no me podía creer que siguiera con ella. Había cosas que no entendía, la tenía que querer mucho si la perdonaba… pero entonces ¿donde quedaba nuestro beso? Me miro y yo por inercia me gire.
-         Nazaret, vienes conmigo a preparar la barbacoa – me dijo José con una sonrisa y yo asentí. 

2 comentarios:

  1. Hola, esta muy buena tu historia. Desde que la empecé a leer me a encantado. Eres muy buena escritora y con una muy buena imaginación.
    Me gustaría ver los siguientes capítulos.
    Suerte y hasta la próxima.

    Ray Out

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